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Muchas de las cosas que forman parte de nuestra día a día las aceptamos por cotidianas y no nos paramos a pensar en cuál es su origen. Por ejemplo, las galletas María. Recuerdo cuando las comía de pequeña y las mojaba en la leche, cosa que aún se suele hacer en desayunos o meriendas.
Las galletas María nunca pasan de moda
Origen
El origen de este clásico desayuno es muy curioso y guarda relación con la nobleza. En 1874, en Londres, James Peek y George Hender Frean, reposteros de profesión, crearon una galleta diferente. Decidieron honrar la llegada de María Alexandrovna de Rusia a la Familia Real Británica, y como regalo de bodas para la Gran Duquesa y su prometido, elaboraron esta exquisita galleta.
Un regalo adecuado al rango de los contrayentes
Trataron de crear un dulce perfecto para acompañar el té. Una galleta poco tostada, resistente a la humedad de la bebida caliente y que, además, no fuera muy dura. Tenía grabada en su cara superior el nombre de la mismísima novia real: María, y una serie de adornos, de lo más elaborados, incluyendo la efigie de la novia como recibimiento en su país de adopción.
Posiblemente no se imaginaron el éxito de su creación, pues pasó a ser la galleta preferida de los ingleses y, desde ese momento, fue conocida en todo el mundo.
Esta galleta incluía la efigie de la novia.
Existe en España una leyenda que, en 1920, Eugenio Fontaneda bautizó unas galletas en honor a su nieta. La famosa galleta María llegó a ser muy popular en España gracias a las marcas Artiach y Fontaneda, fabricantes de galletas que competían por ver quién vendía más galletas.
Y, cómo no, hay que recordar que con ellas se pueden elaborar estupendas tartas, “el Pástis de la iaia“ o “la Fabiola" típico de Catalunya; también el postre murciano matasuegras o que se usan en las natillas, entre otros varios postres.
Mi madre me preparaba dos galletas untadas de mantequilla y hacia una especie de sándwich. ¡Qué recuerdos!
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